Nuestra fuente para alcanzar el mundo

Y llegando Jesús, les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y discipulad a todas las Naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Mateo 28:18-20
¿Has notado al mundo? Esta a nuestro alrededor, pero lo que vemos está separado de Dios, separado de su amor, de su unción y de su bondad. ¿Qué se necesita para alcanzar el mundo, lograr la transformación y establecer el reino de Dios en la tierra? Donde  no habra  más sufrimiento,  corrupción o  injusticia.  ¿Dios  tiene que hacer algo  más? Recuerda, Dios amó tanto al mundo, que se preocupaba por su condición tanto, que envió a su Hijo unigénito, Jesús, es decir, que envió a su mejor esfuerzo para redimir a la humanidad. Y Jesús terminó la obra que vino a hacer, que era

Mostrarnos al Padre
Ensenarnos a vivir
Demostrarnos cómo utilizar su unción,
Sufrir el castigo por nuestros pecados

Después de completar estas tareas, Jesús nos dio el trabajo de alcanzar al mundo a nosotros, sus discípulos. Ahora es tarea de nosotros sus seguidores, tu y yo, de terminar la tarea. Por lo tanto, nuestra vida aquí en esta tierra no debe ser consumida con lo que el mundo te ofrece. Recordemos que Juan nos dice en 1 Juan:

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, y los deseos de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo. Y el mundo se pasa, y sus deseos; mas el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre. 1 Juan 2:15-17

Habrá mucho tiempo en las edades por venir para sentarse y disfrutar, pero por ahora, tenemos una misión que cumplir. La gente está sufriendo de  enfermedad,  pobreza,  injusticia,  ignorancia y  opresión. Debido al pecado de la humanidad, no podemos liberarnos de estas condiciones, el gobierno no puede resolver estos problemas que se deben a la pecaminosidad de la humanidad. Estos intentos sólo conducen a la opresión solamente. Lo que se necesita para cambiar nuestro mundo es una transformación del corazón de cada individuo a través del nuevo nacimiento que viene a través de recibir a Cristo como Salvador y Señor. Y esto es lo que llamamos el Evangelio, la buena noticia.

Sin embargo, la noticia no ha salido a todo el mundo. Millones nunca han oído hablar. Y millones de personas que han oído y han recibido a Cristo como su Salvador todavía sufren y trabajan duro no sabiendo quienes son en Cristo y los beneficios que les pertenecen. Es porque muchos de ellos tienen una religión y no una relación, una relación con el Señor Jesús. Sin embargo, esta condición está empezando a cambiar.

Dios es nuestra fuente para alcanzar el mundo con el mensaje del Evangelio. Recuerde que Jesús nos dijo:

No os afaneis pues, diciendo: ¿Qué comeremos, ó qué beberemos, ó con qué nos cubriremos? Porque los Gentiles buscan todas estas cosas: que vuestro Padre celestial sabe que teneis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Mateo 6:31-33

Nuestro Padre está dispuesto a prestar todo su apoyo cuando hacemos nuestra primera prioridad en nuestras vidas el seguirle y el establecer de su reino en la tierra.

En esta época hay grandes oportunidades para los que están caminando en comunión con el Señor Jesús, para los que prestan atención a su voz, que siempre están en busca de oportunidades para la producción de frutos. El fruto del quehablo son esas buenas obras, los actos desinteresados ​​de amor que benefician a otros y dan gloria a Cristo. Estas actividades captar la atención del mundo y transmiten el mensaje del amor de Dios. Estos hechos abren las puertas para que podamos compartir con aquellos que no conocen a Dios; para decirles lo que Dios ha hecho y las cosas buenas que ha esperar de ellos.

Así que no nos dejemos desviar por lo que el mundo tiene para ofrecer. Tampoco vamos a tener miedo de mostrar el amor y la bondad de Dios a los demás o tener miedo de compartir las buenas nuevas con ellos. Nuestra vida aquí en la tierra es temporal y es por un propósito. Al cumplir con este proposito nos conectamos a todos los recursos que Dios ha puesto a nuestra disposición para conseguir nuestra tarea por hacer.