El Secreto de una vida feliz

Para tener una vida feliz, debes aprender a tener un día feliz. Para tener un día feliz primero necesitas tener tus prioridades en el orden correcto:

1. Dios
2. Otros
3. Tú

Ningún otro orden funcionará. Cualquier primer lugar, ese será tu dios. No puedes hacer de ti mismo tu dios. Estarás decepcionado cuando veas que el mundo no gira alrededor tuyo. Y Dios tiene una forma de bajar a esas personas que se exaltan a sí mismas. No puedes poner a nadie en lugar de Dios. La habilidad y la fortaleza de esa persona son limitadas. El o Ella nunca pueden ponerse en los zapatos de Dios. Recuerda lo que Dios nos dijo, “No tendrás dioses ajenos delante de mí” Éxodo 20:3

Tampoco puedes poner a Dios en el último lugar. Dios no estará feliz en el último lugar. Y si Dios no esta feliz, tampoco tu estarás feliz. Recuerda, Jesús nos dijo, “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”, Mateo 6:33

Pones a las personas en el último lugar? Si lo haces entonces experimentarás problemas. Porque las personas verán tus prioridades y sabrán que no las estás tratando bien. Pero, si pones a otros antes que tú, entonces ellos lo verán y te apreciarán. Como dijo el Apóstol Pablo en Filipenses 2:4, “No mirando cada uno á lo suyo propio, sino cada cual también á lo de los otros.”

.Cuando ponemos a Dios y a las personas antes que nosotros podemos esperar las bendiciones de Dios. Como dijo el Apóstol Pedro en 1 Pedro 5:6 “Humillaos pues bajo la poderosa mano de Dios, para que él os ensalce cuando fuere tiempo.”

Ahora la segunda parte en tener un día feliz es tener la relación correcta en cada una de éstas prioridades. Primero está nuestra relación con Dios. Mucha gente no se da cuenta que sus vidas son inútiles y sin significado sin la presencia de Dios en sus vidas diarias. La mayoría de la gente le presta atención a Dios por algunas horas el domingo, pero no el resto de la semana. No se dan cuenta cuanto necesitan a Dios. Jesús explicó nuestra necesidad muy simple: “Yo soy la vid, vosotros las ramas. El que permanece en Mí y yo en él, éste lleva mucho fruto. Pero separados de Mí, nada podéis hacer.

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer. El que en mí no estuviere, será echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden. Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Juan 15:5-8

Cuando intentamos hacer las cosas en nuestra propia fuerza fallaremos. Pero Jesús nos dice de permanecer en él, eso es, quiere que pasemos un tiempo en su presencia cada día. Jesús nos dice que él es la viña y nosotros las ramas. Como ramas recibimos todo lo que necesitamos cuando estamos conectados con la viña. Pero la ramas que no están conectadas con la viña se secarán. Así que, si no quieres secarte, entonces debes permanecer conectado con la viña!

Luego, debemos considerar nuestra relación con las otras personas. Has escuchado el dicho: “Cosecharás lo que siembras”. Esto significa, que lo que haces por otros, tarde o temprano volverá a ti. Es el principio de la Biblia que se llama sembrar y cosechar: “No os engañeis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” Gálatas 6:7

Entonces, si quieres ser feliz, si quieres que otros te traten bien y hagan cosas buenas para ti, debes tratarlos bien primero y hacer cosas buenas para ellos. Cuando una persona siembra siempre cosecha más de lo que siembra y cosecha después de haber sembrado. Por lo tanto comienza a sembrar buenas cosas en la vida de la gente y pronto recibirás la cosecha. Jesús nos dijo lo que esperamos cosechar: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida, y rebosando darán en vuestro seno: porque con la misma medida que midiereis, os será vuelto á medir,” Lucas 6:38.

Finalmente, deberemos hacer buenas cosas por nosotros. Nosotros somos seres morales. Cualquier pecado en nuestra vida tiene efectos negativos “Porque la paga del pecado es muerte” Romanos 6:23a. Debemos reconocer el pecado en nuestras vidas y renunciar a ello. No tenemos que ser genios para entender la vida que Dios quiere que vivamos. El nos dijo en su palabra:

Amar a Dios sobre todas las cosas.

Amar a tu prójimo como a ti mismo.

No tendrás dioses ajenos delante de El.

No tendrás ídolos.

No tomarás su nombre en vano.

Guardarás el día de reposo.

Honrarás a tu padre y a tu madre.

No matarás.

No cometerás adulterio.

No robarás.

No mentirás.

No codiciarás.

Necesitamos esforzarnos para vivir vidas equilibradas para que no tengamos que ser atrapados por prácticas extremas. El apóstol Pablo explica la actitud que tenemos que tener: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de nada,” 1 Corintios 6:12.

Hay muchas cosas que quieren señorear sobre nosotros; cosas como: la bebida, inmoralidad, juegos de azar, adicciones a la droga, avaricia, celos, mentiras, orgullo y lujuria. Pero Dios les ha dado a sus hijos la habilidad de decir no a estas prácticas, como Pablo escribió en Tito 2:11 y 12 “Porque la gracia de Dios que trae salvación á todos los hombres, se manifestó. Enseñándonos que, renunciando á la impiedad y á los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada, y justa, y píamente.”

. Así que alejándonos de lo profano y de las prácticas extremas podremos vivir vidas equilibradas. Como resultado experimentaremos menos pena y menos dolor, menos enfermedades, mejor salud y menos preocupación.

Por lo tanto, ahora tenemos una formula para una vida feliz, no a través de nuestra fuerza o habilidad, pero a través del poder de Dios al alinearnos con él.


El primer paso en llevar a cabo el plan de Dios en nuestras vidas es recibir el regalo de la vida eterna. Si no has recibido la vida eterna, pídele a Dios ahora mismo para que te la conceda por medio de la fé: “Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia; mas con la boca se hace confesión para salvación,” Romanos 10:9-10. Haz esta oración creyendo en tu corazón:

Señor Jesús:
Ahora me arrepiento de mis pecados y me vuelvo a tí. Creo que moriste en la cruz por mi y resucitaste de la muerte para pagar el precio de mis pecados. Recibo ahora el regalo de la vida eterna y te recibo como Señor de mi vida. Gracias Jesús
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